"Titán", la grúa nazi del Canal de Panamá |Destacados |DW |30.11.2018

2023-01-12 14:49:33 By : Mr. Jimmy Deng

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Un trofeo de la Segunda Guerra Mundial, que Adolf Hitler mandó a construir hace más de 70 años opera actualmente en el Canal de Panamá.

'Titán' es una de las 4 grúas flotantes, de enormes dimensiones, que el régimen de Adolfo Hitler mandó a construir durante la Segunda Guerra Mundial.

La grúa fue construida en 1941 por la compañía Demag Cranes AG en el puerto de Bremen, para la Kriegsmarine, la armada del III Reich, sucesora de la Kaiserliche Marine, la Marina Imperial Alemana.

La Schwimmkran No. 1 (grúa flotante, en alemán) como se la llamó en un comienzo, funcionaba en el Mar Báltico, asistiendo principalmente a submarinos alemanes. Por esos años, destacó por su potencia y su ingeniería de avanzada .

Para cuando acabó la guerra, los aliados, como forma de compensación, incautaron las cuatro grúas nazis, entre ellas la Schwimmkran No.1, que fue rebautizada con el nombre YD-171 'Herman, el alemán'.

'Herman' fue desmantelada y transportada a través del Atlántico hasta Long Beach, Estados Unidos, y allí operó en un astillero desde 1946 hasta 1994.

Pero su historia no acaba con ese episodio. En 1996, la grúa fue trasladada hasta el Canal de Panamá, donde hasta el día de hoy realiza elevaciones pesadas para el mantenimiento de las esclusas. 

De las 4 grúas flotantes que Demag construyó a petición del régimen nazi, una quedó completamente destruida a finales de julio de 1943, durante la Operación Gomorra, uno de los mayores bombardeos aéreos ocurridos sobre la ciudad de Hamburgo.  

Las grúas restantes fueron repartidas, después de la Segunda Guerra Mundial, como trofeos de guerra, entre Gran Bretaña, Unión Soviética y Estados Unidos.

En el caso de Gran Bretaña, la grúa prestó durante un tiempo servicio en Dinamarca; luego fue vendida a Francia, donde más tarde volcó y acabó hundida en las aguas del Mar del Norte.

La grúa incautada por los soviéticos fue enviada desde Alemania por partes y montada en Leningrado −hoy San Petersburgo- donde se usó temporalmente como una torre de observación de artillería. De esta pieza no se supo mucho hasta 2015, cuando fue avistada en los Astilleros del Almirantazgo, en Rusia.

La cuarta grúa fue desarmada y enviada por el Atlántico a Estados Unidos. En la Isla Terminal −entre los puertos de Los Ángeles y Long Beach− se reensambló. El Kearsarge, un ex acorazado convertido en grúa flotante, estuvo a cargo de la delicada operación que significó todo un dilema para aparejadores e ingenieros a cargo, ya que la nueva grúa a montar iba a ser la más alta del astillero.

La grúa "Herman the German".

Durante casi 50 años, 'Herman, el alemán', como se conocía a la grúa en Estados Unidos, realizó numerosos levantamientos de maquinarias y artefactos pesados, que incluyeron locomotoras a vapor para Corea del Sur; hábitats submarinos experimentales, desarrollados por la Armada de los Estados Unidos, conocidos como SEALAB; los acorazados USS Missouri y New Jersey y el hidroavión más grande de la historia, el Hughes H-4 Hércules.

En 1994, tras el cierre del astillero naval en Long Beach, el gobierno de Estados Unidos decidió vender a 'Herman' a la Comisión del Canal de Panamá, que quería, además, reemplazar a sus viejas grúas Ajax y Hércules.

Finalmente, la estructura se transportó en el barco flotante Sea Swan, durante 1996. "Se descargó frente a la isla de Taboga y de allí fue remolcada hasta la división de dragados”, dijo a DW Francisco González Rodríguez, quien trabajó durante 30 años en esta zona del Canal de Panamá.

La grúa se impone desde cualquier ángulo que se la mire. Tiene 112 metros de altura y un peso de 5000 toneladas. En Panamá, adoptó 'Titán' como nombre definitivo y, actualmente, opera en la división de dragados, en Gamboa, una localidad a 30 minutos de la capital panameña.

"Titán se usa para levantes pesados, compuertas, grúas y hasta un puente que fue removido y se sacó en varias secciones. Cada sección del puente pesaba cerca de 220 toneladas”, explicó Francisco González a DW. 

Si bien 'Titán' ha sido la grúa más grande en la historia del Canal de Panamá −capaz de remover las compuertas de las esclusas y hacer levantes de hasta 340 toneladas− su jubilación parece inminente.

"La grúa nueva, que la reemplazará, vendrá a finales de 2020. Mientras tanto, 'Titán' seguirá funcionando y servirá de cualquier apoyo o emergencia”, declara a DW Francisco González.

Los años ya pesan sobre la mega estructura, pronta a cumplir 80 años. De hecho, la grúa ha tenido que ser reparada en varias ocasiones, y gran parte de sus símbolos nazis o textos en alemán originarios han sido eliminados o reemplazados.

"Ya no queda casi nada de esa época, solo el ancla y unos motores que aún tienen unas letras en alemán, pero todo lo demás fue corregido a inglés. Nadie sabe hablar en alemán aquí”, asegura Francisco González.

El ancla original pesa 2500 kilogramos y tiene una esvástica nazi soldada en el mango de hierro. Es actualmente la evidencia más gráfica que da cuenta del pasado histórico de 'Titán'. 

Grúa "Kiersage", en Long Beach, EE. UU.

Pero el pasado nazi persigue al Canal de Panamá, no solo con la presencia de esta gigantesca grúa, sirviendo sobre sus aguas.

En 2017, la Policía de Investigaciones de Chile (PDI) desclasificó documentos inéditos que revelan la existencia de una red de espías nazis que operó entre 1940 y 1945 en Latinoamérica. 

"La PDI tomó conocimiento que radios transmisoras clandestinas interceptaban mensajes radiales de la armada, informando el tráfico de buques aliados por las costas del pacífico”, cuenta a DW el bibliotecólogo documentalista de la PDI, César Biernay Arriagada.

El trabajo del departamento 50 −el grupo de policías chilenos a cargo de esta investigación− fue esencial para desbaratar la red de espionaje y permitió conseguir claras evidencias respecto a sus planes secretos, los que nunca se concretaron. 

La Kriegsorganisation 2 (en alemán: organización de guerra), como se llamó a la célula nazi, tenía un detallado y elaborado plan. Su estructura era, además, dependiente de la Abwehr, el servicio secreto exterior alemán. 

"La función era reclutar, entrenar y organizar una red de agentes nazis que desarrollaran labores de sabotaje y subversión en los países que ingresaran a la contienda mundial por el bando de los aliados”, detalló en entrevista con DW César Biernay.

Los ataques asignados apuntaban a enclaves estratégicos, como puestos militares y uno que para el nazismo era primordial: el Canal de Panamá, donde hoy, casi como una paradoja del destino, opera activamente una de sus grúas.

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Hordas de alemanes lideradas por paramilitares nazis dieron rienda suelta al racismo que cultivaban en su interior y tomaron las calles en todo el país para destruir las sinagogas y las propiedades de la población judía. Templos como el de esta foto, tomada en Chemnitz, ardieron mientras los judíos eran arrestados y sometidos a humillaciones públicas. Al menos 91 de ellos fueron asesinados.

Aquellos actos de violencia dirigidos contra la comunidad judía son conocidos bajo nombres como “Kristallnacht” –es decir, “La noche de los cristales rotos”–, la “Noche de los pogromos” o “Pogromos de noviembre”. A ocho décadas de aquel suceso, muchos en Alemania se inquietan, y con razón, al ver arder mezquitas y albergues de refugiados. Tanto la islamofobia como el antisemitismo se intensifican.

Se suele decir que los actos de violencia antisemita fueron catalizados por el asesinato en París del diplomático alemán Ernst vom Rath a manos de un judío polaco adolescente llamado Herschel Grynszpan. De ahí que en la Alemania contemporánea sean rechazados los discursos que pretenden juzgar a comunidades completas por los delitos atribuidos a alguno de sus miembros.

Tras el anuncio del asesinato de Vom Rath en Francia, la violencia antisemita estalló en algunas ciudades. Al tanto de la situación, Adolf Hitler autorizó verbalmente a su ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, para que iniciara el pogromo. A las SS se les ordenó que permitieran “sólo aquellas medidas que no pusieran en peligro las vidas y las propiedades de los alemanes” que no eran judíos.

Los nazis describieron los pogromos como la manifestación de una ira colectiva espontánea, no como una operación implementada sistemáticamente. Sigue sin estar claro cómo fueron percibidos los hechos por los alemanes no judíos de a pie. Aunque hay evidencias de que muchos rechazaron la violencia, son demasiados los testigos que guardan silencio o alegan nunca haberse enterado de lo que ocurría.

Los nazis pretendían intimidar a los judíos para que abandonaran Alemania voluntariamente. Apelando a teorías racistas, que hoy siguen teniendo adeptos en el mundo, los exponían al escarnio público mientras los señalaban como seres inferiores. Detrás de todo había también intereses económicos: a los judíos se les cobraba para permitirles salir del país; además, sus propiedades eran confiscadas.

Los judíos que podían abandonar el país de inmediato lo hicieron. Pero la violencia dejó a los nazis mal parados en la prensa mundial y repelió a los alemanes que querían “orden”, pero no a toda costa. Por eso, el antisemitismo estatal adquirió un talante más burocrático, aunque igualmente abominable. Por ejemplo, a los judíos se les obligó a llevar a la vista una estrella de David amarilla.

Después de los pogromos, la jerarquía nazi aplicó una serie de medidas contra los judíos que incluían el pago de tributos para pagar los daños perpetrados durante la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938. Incluso el segundo hombre más poderoso del Tercer Reich en aquel momento, Hermann Göring, comentó: “Yo no quisiera ser un judío en Alemania”.

En 1938 faltaban todavía dos años para el comienzo del asesinato de judíos por parte del régimen nazi: el Holocausto. Pero hay una línea de continuidad evidente que une a los pogromos con el asesinato sistemático de millones de judíos europeos. En otras palabras, los pogromos fueron el preludio del genocidio.

Para el Gobierno alemán es importante la “responsabilidad histórica” que deriva de los “crímenes sin precedentes cometidos por el nacionalsocialismo". También aboga por preservar “el conocimiento sobre el Holocausto”. (26.11.2018)

Una foto de 1933 muestra dictador nazi al lado de una niña de seis años de edad, cuya abuela era judía. La imagen, que trae dedicatoria firmada por Hitler, fue rematada en subasta por más de 11.500 dólares. (16.11.2018)

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